Thursday, October 30, 2008

dios me perdone, bob.

mis pies están destruidos, cansados de tanto andar. con estos zapatos rotos, ni sano ni sensato fue haber decidido caminar desde el centro de la capital hasta el sur de la misma. la miseria de mi billetera me impidió pagar el transporte público para llegar hasta mi casa, como hago siempre, cada día al terminar la jornada laboral. pero es que me fue imposible no darle todas las monedas que encontré en mis harapientos bolsillos a ese hombre, aquel que salvó mi vida, aquel que al menos me salvó el día.

caía la noche y caminaba por orphans st. en dirección a la esquina en donde tomaría la locomoción que habría de regresarme al hogar. en esa calle, concretamente entre the thinnest tea avenue y more andes st., vi a este viejo hombre, vestido con un traje estropeado e infructuosamente estirado, un gorro de lana que por lo mal puesto cubría sólo la mitad de su cabeza, en sus pies unas sandalias características de burgués en un día de campo (que, claro está, debió haber recogido de un basurero o que obtuvo de algún acaudalado empresario que de vez en cuando tienen ese tipo de gestos para con los pobres, para mantener en paz su conciencia, para disfrutar de su riqueza sin sentirse culpables) y lentes oscuros en la más johnny cash. en sus manos y colgando de su cuello, su tractor para arar la tierra, su arma de destrucción masiva, su máquina mata fascistas; una guitarra de palo a mal traer, de esas que han sobrevivido a las tormentas eléctricas, de las que han conocido las carreteras del mundo haciendo autostop, de las que han soportado los rasgueos de un desahuciado y que sin embargo, se mantienen en pie. de su armazón, cual rama de un árbol o trompa de un elefante, emanaba un frágil brazo de madera en cuyo extremo sostenía una armónica. la imagen, natural e inevitablemente, me hizo pensar en bob dylan, en el joven dylan de los albores de la década del 60 y por qué no, también me acordé del gran woody guthrie.

me senté en una banca frente al músico, ignoré los reclamos de mi estómago por algo de comida, me desentendí de mis ganas de orinar, olvidé que mi madre esperaba mi llegada para tomar el té. conseguí un fósforo con un transeúnte para encender el último cigarro de la cajetilla y no hice nada más que dejarme rescatar por los sonidos de esa guitarra, por las notas de esa armónica. me estaba ahogando en el mar al que me había lanzado consciente de no saber nadar, me había lanzado del noveno piso de un edificio sabiendo que el aleteo de mis brazos no me harían volar, estaba en el ring siendo vapuleado por mohammed alí; cuando el viejo y sus instrumentos musicales hicieron el papel de salvavidas costero para sacarme del mar, tejieron con sus acordes una cama elástica para amortiguar mi caída y curaron cada una de las heridas que el gran boxeador dejó en mi cuerpo.

no pasaron más de 15 minutos cuando dejó de tocar, me acerqué y en una bolsita que colgaba del clavijero de su guitarra deposité el escaso dinero que traía conmigo, todo el dinero que traía conmigo. me había rescatado del fin de mis días, era lo menos que podía hacer para agradecerle.

me quedé mirando cómo acomodaba la guitarra en su espalda y cómo en sus manos ahora ya no había un arma de ataque, sino que un escudo para defenderse; un bastón para tantear el camino y evitar los obstáculos que la humanidad inventó para todos los no videntes. seguí mi ruta sin darme cuenta de que ya no tenía las monedas suficientes para financiar mi viaje de regreso a casa, cuando al fin lo noté no me importó tanto e incluso me agradó la idea de recorrer a pie aquella distancia. más que sentirme contento, me inundaba una sensación de tranquilidad, que creo es mucho mejor. acomodé los audífonos en mis oídos y puse play. dio la coincidencia de que el cassette que llevaba en mi walkman ese día era el primer disco de bob dylan, lo más parecido a lo que había escuchado en la calle minutos antes. dylan es mi artista favorito y dios me perdone, bob, por lo que diré, pero en ese momento hubiese preferido caminar oyendo alguna grabación del viejo ciego de orphans street.

2 comments:

Helcado said...

oye loco vamos a ver la colorina po, si cuesta como luca quinientos, no seai avaro.

eso, salduos!

Emiliano Fucks Jara said...

Buena Isma!
eso está muy bkn
mas encima estoy arriba leyéndolo, eso creo hace que me guste aún más, no sé que mierda mas poner chau!