Thursday, January 22, 2009

autonauta sin cosmopista.

hace unos días terminé de leer "los autonautas de la cosmopista", un libro que escribió julio cortázar con carol dunlop, su segunda esposa. me obsesiona la idea de llevar a cabo una empresa de similares magnitudes. pero creo que antes debo conseguir una segunda esposa y sería bueno, previo a eso, haberme casado por primera vez y no sé, tal vez estaría bien tener un par de pololeos medianamente duraderos antes de que una argolla revele mis infidelidades.

Thursday, October 30, 2008

dios me perdone, bob.

mis pies están destruidos, cansados de tanto andar. con estos zapatos rotos, ni sano ni sensato fue haber decidido caminar desde el centro de la capital hasta el sur de la misma. la miseria de mi billetera me impidió pagar el transporte público para llegar hasta mi casa, como hago siempre, cada día al terminar la jornada laboral. pero es que me fue imposible no darle todas las monedas que encontré en mis harapientos bolsillos a ese hombre, aquel que salvó mi vida, aquel que al menos me salvó el día.

caía la noche y caminaba por orphans st. en dirección a la esquina en donde tomaría la locomoción que habría de regresarme al hogar. en esa calle, concretamente entre the thinnest tea avenue y more andes st., vi a este viejo hombre, vestido con un traje estropeado e infructuosamente estirado, un gorro de lana que por lo mal puesto cubría sólo la mitad de su cabeza, en sus pies unas sandalias características de burgués en un día de campo (que, claro está, debió haber recogido de un basurero o que obtuvo de algún acaudalado empresario que de vez en cuando tienen ese tipo de gestos para con los pobres, para mantener en paz su conciencia, para disfrutar de su riqueza sin sentirse culpables) y lentes oscuros en la más johnny cash. en sus manos y colgando de su cuello, su tractor para arar la tierra, su arma de destrucción masiva, su máquina mata fascistas; una guitarra de palo a mal traer, de esas que han sobrevivido a las tormentas eléctricas, de las que han conocido las carreteras del mundo haciendo autostop, de las que han soportado los rasgueos de un desahuciado y que sin embargo, se mantienen en pie. de su armazón, cual rama de un árbol o trompa de un elefante, emanaba un frágil brazo de madera en cuyo extremo sostenía una armónica. la imagen, natural e inevitablemente, me hizo pensar en bob dylan, en el joven dylan de los albores de la década del 60 y por qué no, también me acordé del gran woody guthrie.

me senté en una banca frente al músico, ignoré los reclamos de mi estómago por algo de comida, me desentendí de mis ganas de orinar, olvidé que mi madre esperaba mi llegada para tomar el té. conseguí un fósforo con un transeúnte para encender el último cigarro de la cajetilla y no hice nada más que dejarme rescatar por los sonidos de esa guitarra, por las notas de esa armónica. me estaba ahogando en el mar al que me había lanzado consciente de no saber nadar, me había lanzado del noveno piso de un edificio sabiendo que el aleteo de mis brazos no me harían volar, estaba en el ring siendo vapuleado por mohammed alí; cuando el viejo y sus instrumentos musicales hicieron el papel de salvavidas costero para sacarme del mar, tejieron con sus acordes una cama elástica para amortiguar mi caída y curaron cada una de las heridas que el gran boxeador dejó en mi cuerpo.

no pasaron más de 15 minutos cuando dejó de tocar, me acerqué y en una bolsita que colgaba del clavijero de su guitarra deposité el escaso dinero que traía conmigo, todo el dinero que traía conmigo. me había rescatado del fin de mis días, era lo menos que podía hacer para agradecerle.

me quedé mirando cómo acomodaba la guitarra en su espalda y cómo en sus manos ahora ya no había un arma de ataque, sino que un escudo para defenderse; un bastón para tantear el camino y evitar los obstáculos que la humanidad inventó para todos los no videntes. seguí mi ruta sin darme cuenta de que ya no tenía las monedas suficientes para financiar mi viaje de regreso a casa, cuando al fin lo noté no me importó tanto e incluso me agradó la idea de recorrer a pie aquella distancia. más que sentirme contento, me inundaba una sensación de tranquilidad, que creo es mucho mejor. acomodé los audífonos en mis oídos y puse play. dio la coincidencia de que el cassette que llevaba en mi walkman ese día era el primer disco de bob dylan, lo más parecido a lo que había escuchado en la calle minutos antes. dylan es mi artista favorito y dios me perdone, bob, por lo que diré, pero en ese momento hubiese preferido caminar oyendo alguna grabación del viejo ciego de orphans street.

Friday, August 22, 2008

snow.

estamos en invierno y me gustan las canciones para el frío. para enfrentar lo helado que están los días, para tomar un té al lado de una estufa, para ver una película con un chal en las piernas, para desempolvar los juegos de salón, para abrazar, para juntarse en la noche con un amigo a fumar marihuana y conversar sobre la manipulación sobre la población que ejercen los que tienen el poder económico, lo locas que están las mujeres, los viajes y proyectos que emprenderemos juntos y terminar tomando un café con leche en la bencinera pronta a ser demolida. me gustan las canciones para el frío. para comer sopaipillas, para compartir los guantes, para tomarse un vino, para quedarse acostado leyendo cuentos, para abrigarse con chalecos islandeses, para tocar guitarra y escribir canciones sobre lo equivocados que podemos estar, para pisar las hojas caídas, para escribir cartas, para buscar nuestras cámaras fotográficas imaginarias y tomar fotos de nuestros monos de nieve también imaginarios, porque en la cisterna no hay nieve. pero si hay que soportar temperaturas todavía más bajas para poder jugar en ella, yo las soportaría, pues para eso existen las canciones de invierno.

Tuesday, August 19, 2008

g. song.

con una historia como la que relata la canción no creo que hayan palabras dignas de referirse a ella. ahí está todo, me llega hasta el fondo del alma. me veo tanto al oírla, al leerla. empieza con todo lo que quiero que me pase, con lo que alguna vez me ha pasado. termina con todo lo que no quiero que me pase, pero lamentablemente es todo lo que me ha pasado, lo que siempre me pasa. pucha.

Thursday, August 14, 2008

yo no bailo, pero...

podríamos salir a bailar un día.
yo no bailo, pero si me lo pides de corazón,
podría convertirme en el mejor bailarín de tango de la región.
si estás triste y quieres reír,
bailando tap puedo hacer el ridículo para ti.
si de verdad te interesa danzar junto a mí,
lavaré mi tutú y coseré mis medias.
si para el dieciocho de vuelta en chile estás,
medio borracho una cueca puedo improvisar.
si con sangre y moretones me quieres ver,
a caídas el break dance voy a aprender.
del mejor punk puedo cantar y bailar,
si rudo quieres que me vea.
la cumbia puedo volver a bailar,
si después de dislocar mis caderas, al hospital me vas a buscar.
si tu tío zapatero mis zapatillas quiere reparar,
bailaré twist, rap o funk.
si no me crees nada,
me acercaré a ella que viste y fuma como prostituta y bailando reggaetón la voy a besar.
si suena un lento y a alguien necesitas abrazar,
ya sabes nena, al lado del ponche voy a estar.
yo no bailo, pero…

Monday, August 11, 2008

paseo por el parque.

ya habíamos escuchado muchas buenas historias con tristes melodías en la voz de nacho vegas. no estoy diciendo que paseo por el parque de los planetas no sea una triste melodía, pero al lado de ocho y medio por ejemplo, de nacho vegas, puede parecer un carnaval. lo que sí la diferencia es que no tiene una buena historia, no tiene una voz, sólo un silbido que invita a escribir encima un relato, a escribir un sueño.

ahora recuerdo que sí he soñado con alguna de esas muchachas, aunque no fue un sueño precisamente romántico. soñé contigo, fue un día en que me acosté en mi cama a dormir una siesta y tenía puesto un disco de los planetas. durante esos instantes en que uno aún está despierto pero empezando a desvanecer la conciencia, cuando me estaba quedando dormido y mezclaba la música que sonaba con lo que mi mente empezaba a inventarme. estábamos tú y yo, uno al lado del otro, en la carretera, con la espalda apoyada en el cemento y no en el costado más seguro del camino. pero eso no importaba porque muchos autos no pasaban que digamos, camiones menos y barcos para qué hablar. el cielo estaba gris, como ese gris de la foto más famosa (hasta hace unos años) de death cab for cutie, un gris muy lindo. frente a nosotros había algo así como un cerro, pero de esos que empiezan empinados, también habían cables del alumbrado eléctrico y en los cables pajaritos.

pucha, me gustaría sacar fotos, pero no ando con mi cámara. dijiste. a mí igual, dije yo, pero la mía se echó a perder. pásamela a mí, mi papá tal vez la pueda arreglar. de fondo sonaba paseo por el parque.

Wednesday, August 06, 2008

mayo, trece.

sacarme los audífonos y tratar de concluir si ha sido un buen o un mal día, al llegar a mi pieza, siempre está condicionado al disco que haya elegido para acompañar mi regreso a casa. hay canciones para cada trayecto por la línea dos del metro, para cada traslado desde la calle san martín hasta el paradero veinte de gran avenida arriba de una micro, para cada caminata por la av. fernández albano.

llego a mi pieza, me quito los audífonos y trato de concluir si ha sido un buen o un mal día. julie doiron siempre es un buen día. bedhead siempre es un buen día. the innocence mission, owen y nacho vegas también lo son. sobre todo en otoño. pero a veces pasa que una buena compañía puede ser incluso mejor que los arpegios de mike kinsella o la dulce voz de julie doiron. porque hay ocasiones en que las historias y experiencias del día, aunque menos ornamentadas y más cercanas que las que narra nacho, bastan para amainar los pensamientos que me atormentan. porque sólo un poco de atención me tranquiliza.

y si al no haber palabras existen canciones, entonces la vida está bien. los audífonos se pueden compartir. no todos, pero los míos sí.